Tomar decisiones es una parte inevitable de la vida. Desde elecciones simples como qué ropa usar hasta decisiones trascendentales como cambiar de trabajo o terminar una relación, constantemente estamos eligiendo. Sin embargo, para muchas personas, este proceso puede ser desafiante, generando dudas, ansiedad y miedo a equivocarse.
La autoestima, es decir, la forma en que nos valoramos y percibimos a nosotras mismas, juega un papel clave en cómo tomamos decisiones. Cuando tenemos una autoestima saludable, confiamos más en nuestras capacidades, nos sentimos merecedoras de elegir lo mejor para nosotras y nos permitimos asumir riesgos sin paralizarnos por el miedo al error. En cambio, cuando nuestra autoestima es baja, la inseguridad nos lleva a postergar decisiones, buscar validación externa o conformarnos con lo que creemos que nos toca, en lugar de lo que realmente queremos.
Si alguna vez te has sentido atrapada en la indecisión o te has descubierto tomando decisiones más por agradar a los demás que por escuchar tus propias necesidades, es posible que la autoestima esté influyendo en este proceso más de lo que imaginas.
¿Cómo influye la autoestima en la toma de decisiones?
Nuestra autoestima impacta la manera en que enfrentamos los desafíos, la confianza con la que evaluamos opciones y la forma en que respondemos a las consecuencias de nuestras decisiones. Veamos cómo se da esta influencia según el nivel de autoestima:
Alta autoestima: seguridad y confianza
Las personas con una autoestima saludable tienden a tomar decisiones con mayor claridad y confianza. Saben que tienen derecho a elegir lo mejor para ellas y no se paralizan por el miedo a equivocarse. Algunas de sus características son:
- Confían en su criterio: No necesitan la aprobación constante de los demás para sentirse seguras de sus elecciones. Consideran diferentes opciones y toman decisiones alineadas con sus valores y deseos.
- Asumen riesgos calculados: No temen equivocarse, porque ven los errores como oportunidades de aprendizaje. Entienden que tomar decisiones no significa garantizar un resultado perfecto, sino actuar desde la mejor opción posible en ese momento.
- Se permiten decir que no: Saben poner límites y tomar decisiones que prioricen su bienestar, aunque eso implique decepcionar a alguien más.
Baja autoestima: miedo e inseguridad
Por otro lado, cuando la autoestima es baja, el proceso de toma de decisiones se vuelve más difícil y angustiante. La persona experimenta:
- Miedo a equivocarse: La posibilidad de tomar una decisión errónea puede generar tanto temor que la persona prefiere no decidir o dejar que otros lo hagan por ella.
- Búsqueda excesiva de validación externa: Se siente insegura sobre lo que quiere y necesita la aprobación de los demás antes de tomar una decisión.
- Tendencia a conformarse: En lugar de elegir lo que realmente quiere, opta por lo que parece más seguro o por lo que complace a los demás, incluso si eso implica sacrificar su propio bienestar.
Este patrón puede llevar a postergar decisiones importantes, generando frustración y sensación de estancamiento.
Factores que vinculan la autoestima con la toma de decisiones
La relación entre autoestima y toma de decisiones está mediada por varios factores psicológicos clave:
- Autoconfianza: Es la capacidad de creer en nuestras propias habilidades y en nuestra capacidad para afrontar las consecuencias de nuestras decisiones. Cuanta más confianza tengamos en nosotras mismas, más seguras nos sentiremos al elegir.
- Autoeficacia: Se refiere a la creencia en nuestra capacidad para influir en los resultados de nuestras acciones. Si creemos que nuestras decisiones pueden generar cambios positivos, nos sentiremos más motivadas para tomarlas.
- Resiliencia: Es la capacidad de aprender de los errores y adaptarnos a las dificultades. Una persona con buena autoestima es más resiliente, lo que le permite tomar decisiones sin temor a equivocarse, ya que confía en su capacidad para superar cualquier obstáculo.
La autoestima en las decisiones cotidianas y profesionales
La influencia de la autoestima no se limita a decisiones trascendentales; también impacta en nuestras elecciones diarias.
- En lo profesional: Una autoestima saludable nos ayuda a pedir un aumento, cambiar de trabajo, emprender o asumir nuevos retos sin sentirnos incapaces. También nos permite manejar conflictos laborales sin miedo a expresar nuestras ideas.
- En lo personal: Nos da seguridad para establecer límites en nuestras relaciones, priorizar nuestro bienestar y tomar decisiones que nos hagan sentir bien, en lugar de actuar desde el miedo al rechazo o la culpa.
Cuando nuestra autoestima es baja, podemos terminar en trabajos que no nos satisfacen, mantener relaciones que nos lastiman o evitar cambios que en el fondo sabemos que necesitamos.
Cómo mejorar la autoestima para tomar mejores decisiones
Si sientes que la baja autoestima está afectando la forma en que tomas decisiones, hay formas de trabajar en ella para recuperar la confianza en ti misma. Algunas estrategias efectivas incluyen:
- Reevaluar creencias limitantes: Identifica qué pensamientos te frenan al tomar decisiones. Pregúntate: ¿Realmente es cierto que no soy capaz de hacerlo? ¿De dónde viene esta creencia?
- Establecer metas alcanzables: Lograr pequeños objetivos ayuda a construir confianza en ti misma y en tu capacidad para tomar buenas decisiones.
- Practicar la autocompasión: En lugar de castigarte por errores pasados, trata de hablarte con la misma amabilidad con la que aconsejarías a una amiga. Recuerda que equivocarse es parte del aprendizaje.
- Buscar apoyo: Hablar con personas de confianza o acudir a terapia puede ayudarte a fortalecer tu autoestima y desarrollar herramientas para tomar decisiones desde un lugar más seguro y auténtico.
Confiar en vos es la clave
La autoestima es un pilar fundamental en la toma de decisiones. Cuando confiamos en nosotras mismas, elegimos con seguridad, nos permitimos explorar nuevas oportunidades y enfrentamos los desafíos